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martes, 15 de diciembre de 2009

PSICOLOGO






Marido y mujer acuden al psicólogo tras 20 años de matrimonio.
Cuando se les pregunta cuál es el problema, la mujer saca una lista larga y detallada de todos los problemas que han tenido durante los 20 años de matrimonio:

...poca atención, falta de intimidad, vací­o, soledad, no sentirse amada, no sentirse deseada, falta de cariño,... La lista es interminable.

Finalmente, el terapeuta se levanta, se acerca a la mujer, le pide que se levante y la abraza y besa apasionadamente mientras que el marido los observa con una ceja más alta que la otra. La mujer se queda muda y se sienta en la silla medio aturdida. El terapeuta se dirige al marido y le dice 'Esto es lo que su esposa necesita al menos 3 veces por semana. ¿Puede hacerlo?'

El marido lo medita un instante y responde:

-Bueno, la puedo traer los lunes y los miércoles, pero los viernes... tengo fútbol.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

SECRETO PARA UNA LARGA VIDA


Un doctor salió a caminar una mañana
y vio a la señora de esta foto ,
sentada en la banqueta fumando un cigarro,
así que se le acerco y pregunto,

"¡No pude evitar ver lo feliz que se ve!
¿Cual es su secreto?".
Ella le respondió:
"Fumo 20 cigarros diario,
antes de dormir me fumo un cigarro de mariguana.
También me tomo una botella de Jack Daniels por semana
y como solamente comida chatarra.

Los fines de semana me hecho unas tachas,
tengo sexo con todo el que me lo pide
y no hago ejercicio.

"El doctor le contesto:
"¡Eso es extraordinario!
¿Cuantos años tiene?"

34, le respondió....!!!!!!!!

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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Truco para hacer crecer las tetas!!

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Salgo de la ducha, me miro en el espejo pienso en voz alta:
¡Qué bueno sería tener unas tetas más gordas!
Mi marido que lo ha oído, en lugar de decir:·¡No es verdad!, como dice normalmente, dice:
Si quieres que te crezcan, debes pasarte un trozo de papel higiénico entre las tetas durante algunos segundos. Con muchas dudas, pero decidida a probar todo, cojo un trozo de papel higiénico y me lo paso entre las tetas durante algunos segundos. Después le pregunto:

¿Durante cuanto tiempo lo tengo que hacer?

Y él me contesta: Tienes que hacerlo todos los días durante varios años.
Le digo: ¿Tú estas seguro de que pasándome un trozo de papel higiénico entre las tetas todos los días durante unos años éstas me crecerán?

Y él me respondió:

Si te ha funcionado con el culo, ¿por qué no te va a funcionar con las tetas?

Mi marido está vivo todavía y después de algunos meses de rehabilitación, quizás vuelva a caminar.


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CLUB SWINGER..........


Había acudido con mi marido a uno de los locales de intercambio que conocíamos. Me había arreglado con un vestido que me había comprado mi marido, vestido de lo más sexy y provocador que hay, pues el mismo consiste en un minivestido justo por debajo de las nalgas, hecho de malla de tal forma que con él puesto se puede ver todo lo que hay debajo, y debajo del vestido sólo llevaba una tanga, con lo cual tanto mis pechos como mis nalgas quedaban a la vista de cualquiera. Salimos a la pista a bailar y mi marido me colocó el vestido enrollado en la cintura con lo cual, salvo por la tanga, quedé completamente desnuda, a la vista de todas las personas que estaban en la pista y de los tíos que, en vista de mi cuerpo desnudo, empezaron a asomarse a la misma. El espectáculo que dimos mi marido y yo no solamente consistió en que me pudieran ver toda desnuda, pues mi marido terminó también por quitarme la tanga que llevaba, sino en que pudieron observar directamente cómo follábamos en la pista de baile.

Una vez desnudada del todo por mi marido, fui yo quien, bastante caliente por los besos y caricias que me había dado, así como por el toqueteo que realizaba en mi coño con su mano como también por el morbo que me daba el hecho de estar desnuda a la vista de todos, abriéndole la cremallera del pantalón, le saqué la polla practicándole una masturbación hasta conseguir que su polla adquiriera su dureza normal, la verdad es que no tardó casi nada en ponerse cachondo a tope pues a él la situación también le había excitado por las mismas razones que yo, pues ambos somos exhibicionistas y nos encanta follar delante de gente.......

Cuando su polla estaba en su apogeo, se agachó un poco y me introdujo la polla todo lo que pudo en mi coño, sentía su polla dentro de mí, y su boca en uno de mis pezones lo chupaba haciendo que el pezón se endureciera cada vez más, todo ello provocó en mí el deseo de tener su polla más adentro, ya que en la postura que teníamos, los dos de pie, no podía penetrar bien adentro, por lo que después de unos cuantos meneos y para tener una postura más cómoda, me incliné por la cintura, apoyándome en la pared de la pista de baile, metiéndome mi marido su polla, desde atrás, hasta el fondo del coño, continuando con sus meneos, mientras me acariciaba los pechos, yo agitaba mi trasero todo lo que podía y ayudaba a que su polla penetrara toda entera empujando contra su pubis mi coño húmedo y mis nalgas, calentándome cada vez más tanto por los empujones de la polla como al ver las caras con gesto libidinoso que nos observaban, nuestros meneos y nuestro morbo continuó ascendiendo hasta que los dos nos corrimos.

Después de la corrida en la pista de baile, me subí el vestido y, sin tanga, atrayendo las miradas sobre mis pechos y nalgas de todos los que se encontraban en el camino, nos dirigimos a nuestros asientos, donde terminamos nuestras copas. Más tarde nos dirigimos al cuarto de camas. Una vez allí nos desnudamos ambos y nos tumbamos en una cama. Yo me puse, por indicación de mi marido, entre sus piernas de rodillas, y me agaché para chuparle su hermosa polla, con la postura que tenía, mi culo y coño apuntaban hacia el pasillo que hay entre las camas y la pared.

Cuando estaba en plena masturbación oral de mi marido, sentí algo que se apoyaba en la entrada de mi coño e intenté darme la vuelta para ver que era, pero mi marido me lo impidió cogiéndome la cabeza al tiempo que me decía: "..No mires y déjate hacer lo que sea"... Mientras me lo decía sentí que una polla me penetraba de un sólo empujón sin que mi coño ofreciera la más mínima resistencia ya que estaba suficientemente húmedo y abierto de la corrida en la pista de baile, empezó a entrar y salir de mí con potentes empellones, empellones que yo transmitía a la polla de mi marido con mi boca. La situación me produjo una tremenda excitación: follada por alguien a quien ni siquiera veía, sentir una polla follarme salvajemente, acariciadas mis nalgas por unas manos que no sabía a quien pertenecían.

Mientras sentía esa polla desconocida entrar y salir de mi coño con empellones cada vez más fuertes y profundos y la polla de mi marido entrar y salir de mi boca, la excitación que me produjo esa situación aceleró mi orgasmo que se desató con una gran intensidad y fuerza, haciéndome recular hacia atrás para que la polla se introdujera más, si era posible, en mi interior.

Cuando mi orgasmo todavía no había terminado, volví a correrme de nuevo al sentir el semen de esa polla desconocida derramarse en mi interior en calientes y espesos borbotones y el semen de mi marido derramarse en mi boca, semen que tragué sin dejar que se escapara ninguna gota. Cuando sentí que la polla que me había follado el coño salía de mi interior intenté darme la vuelta de nuevo para ver a quien pertenecía pero nuevamente fui sujetada por mi marido.

Cuando dejó que me incorporara ya no había nadie en el cuarto y pregunté a mi marido: ¿Porqué no me has dejado mirar quién era? Ese era el juego, que te follara alguien a quien ni siquiera vieras ni antes ni durante ni después de follarte. ¿Te ha excitado ser follada sin saber quien te follaba? Si, cariño, sentir esa polla penetrarme, esas manos acariciarme el culo y las nalgas, y no saber a quien pertenecían me ha dado muchísimo morbo.

¿Lo habías preparado? Si, cuando estábamos tomando las copas y me he ido un momento al baño, me he encontrado a ese tío en el baño y le he propuesto que cuando nos viera entrar en el cuarto de las camas, esperara dos minutos y luego entrara, que te vería a ti de rodillas chupándome y que sin decir nada se desnudara y te la metiera hasta el fondo y que una vez que se hubiera corrido se vistiera y saliera sin decir nada. Suponía que la situación te iba a producir morbo y que disfrutarías de ser follada por alguien a quien ni siquiera veías.

Pues has acertado, me ha excitado muchísimo, ¿y a ti te ha excitado?.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Mi Primera Vez

Quien afirme que la naturaleza es sabia, no sabe lo que dice. Salvo casos muy excepcionales, en la adolescencia, cuando uno tiene el pene parado todo el tiempo, no tiene donde meterlo, ni puede hacer con él más cosa que sacudírselo enérgica o suavemente, según el gusto y el momento, pensando en cuanta chica conoce.Naturalmente, ese fue mi caso, al menos hasta que cumplí 18, cuando una serie de circunstancias afortunadas, que aquí relataré, me permitieron cambiar de suerte, y todo, gracias al impenitente vicio de la lectura: quien crea que leer no trae nada bueno, que siga estas líneas.

Una de las coprotagonistas más recurrentes de mis pajas y fantasías era Mariana, una amiga de mi madre, que cuando la conocí, dos años antes de los hechos aquí narrados, tendría unos 35 años y estaba divorciándose de un profesor de la Estatal. Tenía tres hijos, el mayor de los cuales, Alejandro, tendría seis o siete años; y luego, en fila, separados por un año, Luisa y Juan Carlos.

Era profesora de física en un colegio y no la estaba pasando muy bien. Como mi mamá es su gran amiga, más de una vez me quedé en su casa a cuidar a sus hijos, y soñaba y soñaba que algún día me pagaba, y no precisamente con dinero, pero durante dos años no pasó nada, aunque más de una vez me quedé a cenar con ella, cuando llegaba a su casa… con ella y los niños, dicho sea de paso.

Soñaba con ella porque era verdaderamente guapa, o al menos, tal me parecía. Algunos viernes o sábados, aunque no muy frecuentemente, yo le cuidaba a los niños hasta tarde, y me quedaba a dormir en el sofá de la sala. Eran esos días, por supuesto, los que más soñaba.No era muy alta, pero sí delgada y con todo puesto, y muy bien, en su sitio, pero lo que más me gustaba de ella era su cara. De hecho, siempre me he fijado más en las caras, o primero en las caras, las expresiones, los ojos de las chicas. Si hay algo que me atraiga es eso. Y no voy a describirla porque cada lector podrá imaginarla a su gusto.
En fin, esa relación de niñero-amiga de la madre, que
no llevaría a ningún lado, cambió en el 2007 cuando partidarios de Correa visitaron el barrio. Unos días antes, algunos militantes de ALIANZA PAIS se dieron a la engorrosa tarea de visitar personalmente a cuantos, en los alrededores, hubiesen alguna vez participado en cualquier grupo o acto de izquierdas, y mi madre era de esas, pero no se involucró ella, sino yo, y ahí estuve, pegando carteles de Correa y volanteando en compañía de Mariana y dos o tres más

Fue entonces que cayó en mis manos el libro que me permitió pasar de la fantasía a la realidad. Ahora, soy lector consumado de novelas erótica y en una descolgada me encontré En Brazos de la Mujer Madura, de S. Viczencey (creo que así se escribe, y si no, ni modo, esos húngaros de nombre impronunciable). Más tardé en leerlo que en decidir que seguiría el ejemplo del protagonista, seguro como estaba de que Mariana jamás lo habría leído (de lo contrario, mi actuación sería más bien ridícula). Esperaría el primer momento y lo haría.

Tuve, con todo, que esperar casi dos semanas. Por fin, un sábado ella me pidió que le cuidara a sus niños. Como otras veces, llegó tarde, pero esta vez, yo la esperaba despierto. Para mi era obvio que había estado con un hombre, incluso hasta sospechaba con quien (luego lo confirmé), pero me dio igual, lo cual fue bueno porque, como supe después, favoreció mis avances. Bueno, al llegar y verme despierto se extrañó y me saludó. Yo estaba agarrotado de miedo pero perfectamente decidido y finalmente se lo dije: “Mariana, tengo que decirte algo”. Volteó a verme, y le solté: “He decidido que si esta noche no te pido que hagas el amor conmigo, me suicido”. La mirada se le ensombreció y dijo: “¿o sea que quieres hacerme culpable de tu muerte?” “No –le dije-. Me suicido si no te lo digo. Como lo he dicho, ya no es necesario”. Mariana, no lo he dicho, llevaba una minifalda naranja, blusa y medias negras. Me miró largo y, sin agua va, se acercó a mí. “¿Has besado a alguna chica?” Preguntó. Yo contesté que no, nunca. Lo primero, entonces, fue el beso, el largo beso que ella, que sobre los tacones era casi de mi estatura, empezó a darme.

Empezó mordisqueándome los labios y luego introdujo su lengua en mi boca, mientras sus manos recorrían mi espalda. Yo, que a falta de práctica tenía una profunda teoría (como D´Artagnan antes de su primer duelo), solo atiné a tomarla de la cintura, pero eso bastó para que la verga se pusiera a mil.No lo creía: ¡estaba pasando! Ella, como me contó días después, había estado bailando con Alberto, tambien profesor de la Estatal donde trabajaban el ex marido de Mariana y mi madre, un hombre de cerca de 40 años, alto y sin duda, mucho más guapo que yo. Mariana y Alberto habían estado saliendo, pero parecía que al individuo este no le daba la raza con ella.

Ella se había tomado unas copas, no muchas, y Alberto la excitaba, pero no se había atrevido a nada, y llegó a su casa con sentimientos encontrados. Luego me dijo que, de todos modos, lo habría hecho conmigo, pero que el alcohol que traía le ayudó a no pensarlo.
En fin, me fue llevando a su recámara, que cerró con seguro. Iba a apagar la luz, pero ya entrados en calor le pedí que no lo hiciera. “¿quieres verme?”, preguntó. Asentí con la cabeza, y ella dijo: “desnúdate tú primero y acuéstate”… empezaban las órdenes, que serían muchas esa noche.Acostado, la miraba. Se sacó los zapatos y las medias, la blusa. Tenía un sosten pequeñito, que dejaba al descubierto más de lo que cubría, y se lo quitó, quedando sólo en minifalda. No lo hizo con mucho preambulo, sino con una naturalidad aún menos soportable.

Entonces dio una segunda orden: “mastúrbate”, me miró vio un poco dudoso y dijo: “hazlo, o te vendrás sin sentirme, ya, mírame”. Me empecé a masturbar mientras ella metía la mano bajo su falda y empezaba a moverla. Yo no podía concentrarme en lo que hacía, así que se acercó y dijo: “espera, voy a ayudarte”. Más tardó en tocarme que yo en venirme.

Me tiró una toalla y ordenó: “límpiate”. Lo hice, mientras ella seguía parada, al pie de la cama, con las tetas al aire y tocándose por debajo de la falda. Me ordenó entonces cerrar los ojos y dijo: “piensa en otra cosa, hasta que se baje entera”.No se si lo logré, ni se cuanto tiempo estuve tirado de espaldas, con los brazos en cruz, y tratando infructuosamente de contar ovejitas, lo cierto es que de pronto sentí que con la mano tomaba suavemente mi pene, que de media erección pasó inmediatamente a estar a sus ordenes.

Ordenó otra vez: “no te muevas”, mientras sentía cómo agarraba más firmemente el miembro, y, de pronto, por fin, empezó a entrar en su vagina… entró de golpe, deslizándose suavemente.Muchas… no, muchas no, pero sí he tenido otras mujeres, suficientes, y pocas veces, muy pocas, ha estado tan lubricada y bien dispuesta una vagina como esa, primera e inolvidable ocasión.

Abrí los ojos. Ahí estaba, sentada sobre mi, yo dentro de ella. La tomé de la cintura acompañando su suave meneo, viendo como se balanceaban sus pequeños pechos al ritmo de la penetracion, su suave vaivén pene arriba y pene abajo. Le acaricié suavemente las nalgas. Ella entonces dejó de moverse y llevó su mano a su clítoris, frotándolo rápidamente, hasta que alcanzó su propio orgasmo.

Se acostó entonces a mi lado, y recargando su cabeza en mi hombro, dijo “estoy muy cansada”, y se dispuso a dormir. Yo pasé la noche en vela, saboreando lo que había pasado, acariciando sus senos, su cintura, viéndola dormir y también sufriendo el dolor creciente en el hombro.A la mañana siguiente, la despertó el ruido que hicieron sus hijos, desde temprano. Me pidió en voz baja que me escondiera y estuve en el baño hasta que salieron “a desayunar fuera”, les dijo ella, momento que aproveché para salir.

Esa tarde regresé a su casa, y en cuanto los niños no veían, me dio un largo y delicioso beso, y me dijo: “lo de anoche estuvo muy bien, pero ahora que ya no eres virgen, consiguete una novia, cuando la tengas podremos repetirlo mientras tanto no y no hablemos más”.


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